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Fruto Amargo, Carnaval

Fruto Amargo, Carnaval presenta una colección de nuevas pinturas del artista venezolano Luis Figueroa, explorando lo carnavalesco bajo la curaduría de Vanessa Murrell en La Nao. Esta exposición concluye la residencia artística de seis meses de Figueroa en la galería.

 

"¡Aquel que participa en el carnaval: el pueblo, es el amo absoluto y alegre de la tierra inundada de claridad, porque sólo conoce a la muerte en espera de un nuevo nacimiento, porque conoce la alegre imagen del devenir y del tiempo!" - Johann Wolfgang von Goethe

 

Las pinturas de Figueroa nos sumergen en una reflexión sobre la dualidad entre la celebración y la solemnidad del carnaval, destacando cómo este puede ser tanto un espacio de liberación y desafío al orden hegemónico, como un espectáculo que, paradójicamente, refuerza dicho orden. Freud, en su libro "Tótem y Tabú" (1913), plantea que "una fiesta es un exceso permitido e incluso ordenado, una violación solemne de una prohibición", donde la alegría surge de la libertad de realizar lo que normalmente está rigurosamente prohibido.

 

Figueroa expone los engaños intrínsecos tanto del carnaval como de la pintura, abrazando la naturaleza mutable de su proceso creativo, susceptible a múltiples ocultamientos, lo que facilita la desintegración y transformación de las representaciones. Su uso de colores contaminados en óleo añade otro nivel de enigma, complicando aún más la identificación de sus orígenes.

 

La curaduría de Murrell apuesta al límite entre entre el orden y el desorden, la censura y el exceso. Las pinturas de pequeño y mediano formato representan entidades de la comparsa carnavalesca, como el diablo o la madama, mientras obras abstractas de energías sugestivas desafían la interpretación, ocultando capas de significado bajo la superficie. 

 

La exposición alcanza su clímax con un conjunto de pinturas de gran formato que invitan a los espectadores a perderse en el exceso del carnaval, y a transformarse de observadores a participantes. Inspirado en paisajes asociados al río Orinoco de su Venezuela natal, estas obras exploran el mundo, las jerarquías, la muerte y la resurrección, creando así un símbolo del flujo perpetuo y cambiante de la vida.

 

Frente a esta invitación a perdernos, las mariposas son un símbolo recurrente que nos guían hacia un camino agridulce. Figueroa las presenta en una serie de obras escultóricas que, a su vez, son pinturas, representándolas como entidades etéreas que evocan ángeles, flores, hadas o incluso cadáveres. El artista las emplea como metáforas de transformación identitaria, en paralelo a la práctica de enmascarar identidades en el carnaval. El uso de la cartonería, igual al de las máscaras festivas, desafía las convenciones materiales en los circuitos de arte, generando resistencia.

 

Los bordes semi-geométricos pintados son su marca distintiva, recordándonos la limitación inherente de las obras y estableciendo un diálogo visual con la arquitectura circundante. Aunque las obras nos sumergen en la aparente catarsis del carnaval, sus bordes nos confrontan con la realidad de su confinamiento. Esto nos invita a reflexionar sobre qué perdura cuando la ilusión de la libertad se desvanece.

Vanessa Murrell

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Why can´t I sing along with some feeling, or some meaning?, 2024

Óleo sobre lienzo

120 x 90 cm

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No hubo confusiones, 2024

Óleo sobre lienzo

60 x 45 cm

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Madama, 2024

Óleo sobre lienzo

45 x 30 cm

Biografía de la curadora

Vanessa Murrell (España, 1995)

 

Es curadora, escritora y artivista que vive y trabaja entre Murcia, ES, Londres, UK y La Ciudad de México, MX. Su enfoque de curaduría profundiza en los constructos sociales, los rituales transformadores y la hibridez cultural. Informada por la teoría crítica y la investigación interdisciplinaria, cada exhibición cuestiona problemas sociales urgentes y amplifica voces de perspectivas que suelen estar marginadas.

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